Un año después.

 
Por desgracia, se ha cumplido un año o algo más de esta maldita pandemia, ya que en diciembre de 2019 se conocían los primeros brotes. La Organización Mundial de la Salud, hasta el día 11 de marzo de 2020 no la declaró como Pandemia Mundial; lo peor de todo esto es que, no sabemos, cuándo realmente terminará. A día de hoy, y después de ese horrendo año pasado, seguimos con millones de infectados en todo el planeta y millones de fallecidos, cuarentenas, establecimientos y empresas cerradas y la economía hundida hasta límites insospechables. No nos queda otra que, confiar en la vacuna y Dios quiera, que funcione correctamente.

Quiero con esta entrada, dejar constancia con un pequeño poema recordatorio de todo cuanto aconteció y acontece aún a día de hoy, y que, futuras generaciones, nunca olviden lo sucedido y luchen por un mundo mejor para ellos y sus hijos, y sobre todo, amen y cuiden este bello planeta, cosa, que no hemos sido capaces de hacer nosotros.  

Surcando tierras, mares, cielos y océanos,

se avecina una temible pandemia.

Nombrarla produce escalofríos,

su contagio, una agonía.

Organismos destacados

dan la voz de alarma a tiempo,

manifestaciones y eventos 

se producen a destiempo.

No existen suficientes camas,

tampoco respiradores

ni tan siquiera mascarillas

y mucho menos vestimentas y guantes.

Policía y ejército desplegado,

a excepción de lo básico

casi todo está cerrado,

y abierto, todo un mundo cibernético.

En opacas residencias de ancianos,

en sus casas y primera línea de fuego, 

nuestros héroes abandonados

incapaces de oír su ruego. 

Ciudadanos confinados,

unos en cuarentena,

otros contagiados,

mal futuro se avecina.

Aun poniendo en riesgo sus vidas,

médicos, sanitarios y otros

sin protecciones adecuadas

se producen los primeros contagios.

Es la triste crónica

de un fatal desenlace.

La tripulación asiste agónica

y de horror no desfallece. 

Juan Tarrero Sarabia